El éxito empresarial no consiste en evitar el fracaso, sino en recuperarse de él.
Rápido, cuando piensas en las habilidades empresariales esenciales para el éxito, ¿Qué te viene a la mente? Muchas personas podrían dar una respuesta como: la visión, la pasión, la capacidad de asumir riesgos, saber crear redes o tener un enfoque innovador para resolver un problema. Si bien todas estas cualidades y otras similares son definitivamente importantes, la resiliencia es una de las más ignoradas, aunque vital, que necesitarás para tener éxito como emprendedor.
El espíritu emprendedor no puede darse sin resiliencia.
En la actividad empresarial, el camino hacia el éxito no es recto. Está plagado de giros y vueltas, baches y badenes, y más desvíos de los que te gustaría tomar. Un día te sentirás en la cima del mundo y al día siguiente estarás en un pozo profundo y oscuro considerando si deberías abandonar todo el asunto.
El éxito requiere una cierta aceptación de que, a pesar de todas las victorias, también te caerás y cometerás errores por el camino. Cuando las cosas no salen como se planean, la resiliencia es esa capacidad vital de sacudirse el polvo, recoger los pedazos, volver a centrar sus esfuerzos y seguir adelante, llevando consigo lo que has aprendido de la experiencia.
Neil Patel, autor de best-sellers, emprendedor, experto en SEO y vendedor, a menudo señala que su cadena personal de errores y fracasos, incluyendo varias decisiones de marketing pobres, fueron el catalizador y los peldaños para sus éxitos posteriores en la vida, y no es el único.
La cuestión es que ser un emprendedor de éxito requiere una combinación especial de confianza en uno mismo, determinación y optimismo combinados con una fuerte dosis de humildad. Hay que creer, por un lado, que el mundo necesita lo que uno ofrece y que nadie más puede ofrecerlo como uno. Pero, al mismo tiempo, tienes que reconocer tus limitaciones, sentirte cómodo con ellas y esforzarte por hacer lo que puedas para superarlas teniendo en cuenta lo que tienes para trabajar.
Es la unión de dos fuerzas aparentemente opuestas.
Muchos grandes aspirantes a empresarios (e incluso los que ya han alcanzado cierto éxito) han caído en la trampa del fracaso. Esto es especialmente cierto en el caso de los millennials, aquellos que tienen entre 20 y 30 años. Según un estudio reciente de la Administración de la Pequeña Empresa de EE.UU., menos del 4 por ciento de los treintañeros declararon que trabajaban por cuenta propia a tiempo completo. Aunque algunos expertos señalan que las difíciles condiciones económicas son el principal factor de esta tendencia, lo cierto es que la tasa de emprendimiento entre los millennials es significativamente menor que la de los miembros de la Generación X (5,4%) y la de los Baby Boomers (6,7%), dos generaciones que han experimentado muchas turbulencias económicas por derecho propio.
¿Por qué ocurre esto?
Algunos expertos creen que tiene que ver con la falta de resiliencia y con un miedo generalizado, pero persistente, al fracaso que parece prevalecer en este grupo de edad.
Definición de la resiliencia.
Aunque la Asociación Americana de Psicología define la resiliencia como “el proceso de adaptarse bien ante la adversidad”, los investigadores llevan décadas luchando por encontrar una definición universal de resiliencia. Esto se debe en gran parte al hecho de que la resiliencia como rasgo tiene varias dimensiones, y esas dimensiones pueden diferir dependiendo de factores, como el origen y la cultura. Por ejemplo, un estudio reciente enumera un total de siete aspectos diferentes de la resiliencia.
Independientemente del paradigma utilizado para definir la resiliencia, la mayoría de las cualidades pueden clasificarse en cuatro aspectos fundamentales:
1. Confianza en sí mismo. Poseer confianza en uno mismo y tener una imagen positiva de uno mismo viene acompañado de muchas otras cosas, como reconocer tus puntos fuertes y débiles y creer que puedes tener un impacto positivo en el mundo, así como tener un sentido personal y colectivo de propósito y valores. Su relación con la resiliencia es que el fracaso no equivale a sentimientos de autoestima y no te aleja demasiado de lo que sabes o crees que es verdad sobre ti mismo y tus capacidades. Las personas resilientes también son más capaces de aceptar los comentarios negativos. Esta es una cualidad importante entre los jóvenes emprendedores, ya que es más probable que presenten sus ideas para obtener la opinión de amigos, compañeros, mentores e inversores.
2. La capacidad de aprender de los errores y contratiempos. Las personas resilientes son capaces de aprender lecciones de las experiencias más duras de su vida. Acaban siendo más fuertes y mejores personas. Así, los fracasos ofrecen la oportunidad de un inmenso crecimiento y pueden ser los peldaños para el éxito futuro. De hecho, los emprendedores que inician su segunda aventura empresarial tras un primer intento fallido tienen muchas más probabilidades de tener éxito.
Aquí es donde mucha gente tiende a confundir la resiliencia con las agallas o la persistencia. Aunque estas cualidades están relacionadas, con la resiliencia una persona cambia y se adapta como resultado directo de la experiencia difícil. Simplemente seguir adelante sin hacer algún tipo de transformación -incluso uno pequeño- está condenado al fracaso, ya que la naturaleza humana es repetir los errores del pasado.
3. Fuerte inteligencia emocional. Las personas resilientes con una fuerte inteligencia emocional saben gestionar los sentimientos e impulsos intensos y ejercitar la paciencia. Pueden comunicar eficazmente sus pensamientos y sentimientos a quienes les rodean. Son capaces de establecer relaciones estables con un sano intercambio de cuidados y apoyo. Son capaces de generar confianza, de percibir lo que otras personas piensan o sienten y de dar ánimo a los demás. En otras palabras, saben cómo influir en los que les rodean, y también saben cómo y cuándo buscar apoyo y ayuda en momentos de necesidad.
4. Persistencia y propósito. Esto incluye la fijación de objetivos realistas y la capacidad de trabajar para alcanzarlos sin distraerse o desanimarse demasiado. También significa tener la resistencia mental para seguir intentándolo y seguir llamando a todas las puertas hasta conseguirlo. Hay innumerables ejemplos de emprendedores de gran éxito que vieron rechazadas sus prometedoras ideas docenas de veces antes de que llegaran a buen puerto.
Esta persistencia frente a la adversidad suele venir acompañada de un sentido de propósito. Muchos de los emprendedores más jóvenes de hoy en día no están motivados únicamente por el dinero. En su lugar, se preocupan más por sentir pasión por su trabajo, por que coincidan con sus valores y por tener la sensación de que están haciendo del mundo un lugar mejor.
Desarrollar la resiliencia necesaria para ser emprendedor.
La cantidad de resiliencia que posee una persona puede ser un indicador del éxito empresarial. Tener una evaluación precisa de su fuerza, valor, determinación y humildad antes de ejecutar una idea es, en muchos aspectos, tan importante como la propia idea.
Sin embargo, una vez que se tiene esa evaluación, hay que ponerse a trabajar para cambiar la actitud ante los contratiempos y el fracaso y construir un sistema de apoyo sólido. Cuando se trata de habilidades empresariales, la resiliencia es una de las que se pueden aprender y cultivar. Estos cambios no se producirán de la noche a la mañana, pero cada pequeño paso en la dirección correcta es un paso más hacia el éxito.
He aquí algunos consejos a tener en cuenta:
Sigue recordándote tu “por qué”. Tu misión y tu propósito te dan una perspectiva a largo plazo. Centrarte en tu propósito es una forma eficaz de afrontar los momentos difíciles de la vida y mantener una perspectiva saludable. Aunque la resiliencia consiste en adaptarse constantemente, una cosa debe permanecer constante: tu misión en el mundo.
Acostúmbrate a centrarte en lo bueno del fracaso. Puede que no sea algo natural, pero si te obligas a buscar y reconocer constantemente los puntos positivos de un resultado aparentemente negativo, puedes aprender a encontrar las oportunidades ocultas que nunca habrías visto si el revés no hubiera ocurrido en primer lugar. Cada contratiempo y fracaso se convierte en una oportunidad de aprendizaje.
Pero, además, hay que actuar realmente sobre lo que se ha aprendido de la experiencia. Si, por ejemplo, una campaña de marketing no ha funcionado como querías, intenta averiguar por qué y qué cambios puedes hacer para obtener los resultados que buscas.
Rodéate de las personas adecuadas. Esto es vital. Tu sistema de apoyo puede estar formado por familiares, amigos, compañeros de trabajo, colegas y mentores, así como por consultores contratados. Lo más importante es que estas personas te ayuden a tener perspectiva y te ofrezcan consejos útiles siempre que una situación se vuelva confusa o incierta.
Conoce cuándo alejarte. La resiliencia no consiste en no rendirse nunca. A veces significa establecer límites sanos y saber cuándo hay que cortar por lo sano y alejarse. Hay que ser inteligente a la hora de dejar las cosas que no funcionan, porque al hacerlo se puede liberar mucho tiempo, energía y dinero para las cosas que sí funcionan. Esto puede ser cualquier cosa, desde rechazar a un cliente que paga poco o dejar una estrategia de marketing que no está convirtiendo. En el otro extremo, puede significar abandonar una empresa que has iniciado cuando te das cuenta de que algo era fundamentalmente defectuoso en el modelo de negocio.
En resumen, la resiliencia es un ingrediente clave del éxito empresarial. Pero, aunque no hayas nacido con esta cualidad, es algo que puedes cultivar si realmente lo deseas. Al final, te ayudará tanto en los negocios como en la vida.